sábado, 8 de agosto de 2009

El Juego y Jugarlo, el Miedo y Temerlo

Desgraciadamente cada vez es mayor el número de casos que se repite en referencia a la Violencia o maltrato contra la figura del Docente. En una contemporaneidad progresista como en la que hoy día nos encontramos, la razón evoluciona a favor de los discentes, que no de los que enseñan. Los familiares depositan total confianza en sus descendientes, sin tomar medidas o parar a pensar en la opinión de los profesionales educativos.

El tema se ha ido tergiversando hasta el punto de que son los Docentes los que se perfilan como los "malos de la película". ¿Qué está pasando? ¿Hasta dónde hemos de llegar para comprender las cosas?

Sería tan ilógico dar la razon a una personita de 7 o 12 años como entregarle a un mono dos pistolas. ¿De verdad tenemos que soportar esta situación? ¿Qué nos queda por hacer? ¿Oidos sordos?

No, claro que no, debemos esperar a que aparezca en televisión el fallecimiento de un docene a causa de algún altercado desproporcionado, ya sea por culpa del alumnado o de sus propios progenitores. No digo que la razón siempre la tenga el Docente, el cuál la debería tener, al menos de forma equitativa; me refiero a que no podemos llegar al punto de entregar nuestra propia verdad. ¿De qué serviría entonces nuestra labor si se le dice a los familiares que un niño se comporta de X forma y los familiares responden con Y?

Creo que deberíamos controlar esta situación a través de la Acción Tutorial: resultaría interesante hacer partícipes a los familiares en el proceso formativo del alumnado, de tal forma que ellos también se pudieran formar en estos campos y comprobaran las actuaciones llevadas a cabo por estos sujetos en el aula.

Nunca caigamos en un ejercicio "dictatorial", pero tampoco debemos valernos del "te tiendo la mano y te cojo el brazo", seamos honestos con nosotros mismos, y actuemos en consecuencia, antes de que estas causas reporten otro tipo de consecuencias...